miércoles, 17 de abril de 2013

Capitulo 15

Estaba amaneciendo y ella se encontraba más sola que un desierto y mas triste que una persona a quien se le muere un ser querido. Quizá solo estaba siendo dramática al compararse con tales cosas, pero ese sentimiento no lo podía ahogar con nada. Su pequeña ahora descansaba en su pecho y era preciosa, parecía un angelito. Era su razón de vivir. No comprendía aún como su madre había podido ser capaz de abandonarla, dejarla con su padre que nunca la quiso realmente y que terminó por "vender" al mejor postor cuando se vio en la necesidad de dinero. ¿Cómo estaría su madre? ¿Pensaría en ella? Estaba segura de que nunca le había importado, pero ya habían pasado 20 años de su abandono. Ahora que tenía a su chiquita, no comprendía como podía ser posible que una madre no quisiera a su hijo.

-Eres mi vida, mi cielo. Mami te ama como no tienes idea-dice mientras una lágrima corre por su mejilla y con un dedo acaricia la minúscula cabecita de su bebé.-Estoy segurísima que papá también te ama, pero está cansado... No ha dormido mucho desde que llegaste.

Escuchó el estruendo causado por la puerta a unos metros de su habitación. Estaba segura que era Fernando, pero ahora estaba colérica. Eran las 5:06am y hasta ahora se dignaba en volver a casa. Había sido tan egoísta que ni siquiera se detuvo a pensar que quizá ella podría estar esperándolo despierta y muerta de miedo, como era la realidad. Odiaba el Fernando en el que se había convertido, ciertamente extrañaba a aquel jardinero que moría por darle todo y ser digno de ella. La realidad es que prefería mil veces que siguiese siendo pobre a la bestia que era ahora. 

-Lucero-lo escuchó gritar desde la sala. Lu sale de la habitación con la niña en sus brazos

-¿Que horas son estas para aparecerte? ¿Donde estabas? ¿En que estabas pensando, madre mía?!

-Estaba pensando en que mi erección ya me dolía y tu no hacías nada por calmarla

-¿Estas borracho? Dios mío, no lo puedo creer...

-Pásame a mi hija

-¡No te paso nada! ¡Estas borracho, maldita sea! 

-Tengo derecho, es mi hija

-Cuando no estés ebrio la cargaras todo lo que quieras... Ahora baja la voz que no quiero que se despierte y menos que se asuste.

-No la compartes conmigo

-Porque tu no quieres.

-Eso es mentira, mentirosa.

-¿Ya te olvidaste de lo que me dijiste antes de largarte? 

-Por supuesto que no, pero sabes que no lo sentía de verdad

-No, no lo se-espetó Lucero mientras sentía como su furia comenzaba a aumentar con cada segundo que pasaba en su ebria presencia- ¿Que estabas haciendo?

-¿Cuando?

-No te hagas el estúpido, Colunga. Sabes muy bien cuando...

-Ya te dije que estaba calmando mi erección

-¿T..te acostaste con otra mujer?-dice Lucero en shock. No podía creer lo que estaba escuchando, quizá estaba soñando... Pero no, esa era la realidad. Su mente se transportó a aquel día en que apenas teniendo 4 años y poco antes de que su madre la abandonara, se enteró que tendría una hermanita y que su mamá sería otra mujer

-Una hermanita?

-Si, pequeña.

-Pero como? Mi mami no tiene grande barriga

-No, porque la mami de esta niña será otra

-Otra? Entonces mi mami será solamente mía?

-Si

-Siii!-dice la nena brincando de emoción 

En aquel momento se había sentido aliviada y mas que aliviada, feliz. Nada era mas hermoso que la inocencia de un niño, más puro. Pero ahora comprendía que su mamá quizá no pudo soportar la idea de una infidelidad... Pero ¿Por que no llevarla con ella? ¿Qué culpa podría tener una criatura de 4 años del desliz de su padre? Ninguna. Su mente salió de sus pensamientos al sentir los brazos de Fernando rodeándola y solo entonces se dio cuenta que estaba llorando, inconscientemente, pero llorando.

-Aléjate de mi, imbécil. ¡No me mereces!

-Claro que si! Sabes todo lo que he hecho por estar contigo?

-Lárgate de mi casa

-Es MI casa

-Aquí vivo, así que es mi maldita casa. Lárgate ahora mismo.-le gritó tratando de contener las lágrimas

Fernando salió del apartamento echando humo por los oídos. El fuerte sonido que hizo la puerta al ser cerrada hizo que la bebé despertara y se puso a llorar.

-Ya mi amor, no llores-dice Lu y le da un beso en la frente-Solo fue el animal de tu padre. 

La nena se volvió a dormir. La colocó en su cama y le dio un pequeño beso en la frente. Comenzó a recordar todo, todo desde que tenía 4 hasta el día en que Augusto la había violado y de ese día al presente. Las lagrimas no se hicieron ausentes. Se sentía una basura, alguien innecesario en la vida. Estaba rota por dentro, más que por todos los otros por lo que Fernando le acababa de hacer. No era justo, ella se había entregado a el y le había sido fiel. Nunca pensó en buscar o mirar otro hombre cuando estuvieron separados y el estaba con Jeanny. Y no le había reprochado por nada de lo que el si le había hecho, simplemente le entregó su amor, incondicionalmente. 

Estaba como perdida en un mundo de fantasías. Había pasado mucho tiempo, pero para ella era como si se hubiese detenido. La niña no había despertado así que realmente no había nada que la sacase de ese trance en el que se había perdido horas atrás. Se paró de la cama y caminó al baño por pura inercia. Llenó la tina, se quitó la ropa y tomo una navaja de Fernando. Se metió al agua en ropa interior.

-¿Quién te extrañaría si te mueres? Nadie. Nadie te quiere, Lucero. Eres un total desastre. Mi hija? Creo que estará mil veces mejor sin una mamá como yo. ¿Qué ejemplo le podría dar la oveja negra de la familia? Y ¿Que si mi mamá pensó lo mismo al dejarme? ¿Sería capaz de hacerle la vida tal infierno al ser que más amo en la vida?-se dijo a si misma y se sumergió en el agua. Al rato volvió a salir-Fernando no te ama. Nunca te amó, solo te usó para disfrutar tu cuerpo. Estás sucia. A lo largo de tu vida solo te han sabido usar para eso. Tres hombres, dos de ellos los amaste y ¿ellos? Solo jugaron contigo. ¿Para que quieres quedarte?

Lucero levantó la navaja y la miró. Luego la poso en una de sus muñecas y la deslizó abriéndose una herida. Ese dolor no se comparaba con el que tenia en su corazón, más bien en los restos de este, ya que estaba roto en mil pedazos. Hizo el mismo procedimiento con su otro brazo y cerró los ojos mientras la sangre comenzó a correr.

                   *****************
Fernando ya estaba sobrio e iba de camino de vuelta a su casa. Se sentía triste y arrepentido. Solo le había dicho tal cosa a Lucero para herirla, jamás se habría acostado con otra mujer que no fuese ella. 
Era un completo estúpido, y eso que había hecho no se podía justificar con nada.

Llegó a su casa y cuando iba por el pasillo que llevaba a las recamaras escuchó el llanto de su bebé. Caminó rápido y al entrar a la habitación se encontró con Stefy sola en medio de la cama llorando histérica. Estaba roja, parecía que llevaba rato llorando, pero ¿Dónde estaba Lucero? No era normal que la dejase llorar. 

Iba a buscar a Lu, pero ver a su pequeña llorar así le partía el alma. Sabía que no se merecía ser padre de aquella criatura preciosa, pero ahora dependía de el. La tomo en los brazos y ella abrió los ojos. Lo miraba fijamente a los ojos y entonces Fer entendió que su actitud de hacía unos días fue la mas estúpida que pudo haber tenido. Amaba a su hija, quizá igual o un poco más de lo que amaba a Lucero y eso era mucho decir. La niña poco a poco se fue calmando y al poco rato ya estaba dormida. Solo quería sentir el calor de uno de sus padres. Se odiaba a sí mismo por todo lo que había hecho.

-Lu? Mi vida, ¿donde estas?-

Pero no obtuvo respuesta. Notó como se colaba el agua por debajo de la puerta del baño y entro corriendo, encontrándose con el amor de su vida toda ensangrentada, pálida e inconsciente ahí tirada en la tina. El alma le salió del cuerpo. La saco corriendo de la tina y la acostó en el colchón.

-No, no te mueras por favor mi vida. Un hospital! Pero como? No puedo dejar sola a Stephania. Una ambulancia.-corrió a la sala por el teléfono  El nudo que tenía en la garganta, las lagrimas, la desesperación y la impotencia no le permitían hablar ni pensar muy claro. Al poco tiempo la ambulancia llego y se la llevaron en una camilla. El, por supuesto, iba con ella y su chiquita en brazos. Solo en ese momento notó que la vida solo era una y que el debía madurar. La niña que tenía en sus brazos ahora dependía de el y era totalmente indefensa, apenas tenía 3 semanas y dos días de vida. No tardaría en despertar por hambre... Total, todo aquello había ocurrido en tan solo 3 horas, pero la verdad era que le había parecido una eternidad.

-Mamá se va a poner bien, de mi cuenta corre pequeña. Jamás permitiré que te falte nada y mucho menos tu mami. Te amo mucho, mucho.

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