viernes, 9 de agosto de 2013

Capitulo 34

-Amor, afuera te esperan Crist...-dice Fer entrando al despacho y se silencia al ver a Lucero con su cabeza apoyada en sus manos, la mirada en un punto fijo y un rastro de lágrimas en las mejillas y estaba acompañada por una señora que se le hacía desconocida-Buenos días

-Buenas, Fernanda Curiel-dice extendiendo su mano

-Fernando Colunga, para servirle-dice estrechándosela y luego le da la vuelta al escritorio y saluda a Lu con un beso en los labios

-¿Cómo te fue?-dice Lu en un tono de voz bajo

-Bien, lo cerré, pero siento que interrumpí algo. 

-Esta señora es mi... Mi madre

-Será mejor que las deje solas

-No-dice Lucero agarrándole el brazo para evitar que saliera. Sus ojos le gritaban silenciosamente que lo necesitaba y el no la dejaría sola. Tomó una silla y la puso a su lado y sujetó su mano con fuerza

-¿Hace mucho están casados?

-Ya te había dicho que es mi novio

-Lo había olvidado, pero se nota que se quieren mucho

-A usted eso no le importa

-Lucero...-le dice Fernando en el mismo tono que usaba para regañar a Steph y la verdad es que si se había pasado un poco de la raya. Si bien su madre no había sabido hacer el trabajo más importante en la vida, no tenía porqué ser tan grosera al fin y al cabo esa señora le había dado la vida.

-Discúlpeme-dice Lucero algo apenada por su trato.

-No hay nada que perdonar, no por mi parte. Pero por la tuya si. ¿Algún día podrás perdonarme?-Fernando apretó su mano y ella le dirigió una mirada que a los segundos el respondió. Se sintió segura de si misma.

-No lo sé-dijo finalmente siendo lo más sincera que pudo en ese momento.

-¿Puedo al menos ver a mi nieta?

-¿A Stephania?

-¿Tienes más hijos?-pregunto con un rastro de ilusión en la voz

-No

-Bueno, ¿Si puedo verla a ella?-Lucero vuelve a mirar a Fernando en busca de ayuda y el solo se encoge de hombros. Eso debía decidirlo ella sola y en realidad no tenía derecho a negarle a su hija el trato con su abuela, ya que la otra no había sabido cumplirle.

-Está bien-dijo sin estar realmente segura de que sería una buena idea.

Las horas fueron pasando, ya era de madrugada y habían puesto en la cama a Steph hacía horas. Se encontraban en el sillon de la sala de estar, ella acostada encima de el y charlando de lo sucedido aquella tarde.

-Pero cuéntame, ¿Qué fue lo que te contó, princesa?

-Me dijo que se fue con el hombre que era su mejor amigo en ese entonces porque mi papá la insultaba muchísimo y que le pegaba cuando se le pasaban las copas que era casi todos los días.

-Pero ¿por qué te dejó con él?

-Me dijo que hubo dos razones. La primera fue que ella no tenía nada de dinero o a donde ir y no podía arriesgarse a que yo pasara hambre o me enfermara, tenía 4. Pero que la razón de peso es que mi papá le dijo que si se iba y me llevaba con ella, nos encontraba y nos mataba a las dos. Y ella pues, prefirió alejarse de mi porque pensó que mi papá a mi jamás me iba a maltratar.

-¿Lo hizo?

-Físicamente nunca, pero verbal si. Me decía que era una zorra igual que mi mamá.

-Por eso comenzaste a andar con Augusto

-Si, el resto ya lo sabes.

-¿Piensas perdonarla?

-Yo no sé, pero lo que si sé es que te tienes que cambiar el nombre.

-¿Y yo por qué?

-Porque te llamas igual que ella y me trae malos recuerdos

-¿Entonces como quieres que me llame?

-No sé, como quieras... Hasta Pancracio si te parece lindo

-Que payasita-dice haciéndole cosquillas-Mi hijo se llamará como yo

-Ay no, que horror-dice entre risas-Ya déjame, te permitiré quedarte con tu nombre

-Vaya que cedes rápido con las cosquillas, te las voy a hacer más a menudo

-No siempre te va a salir

-Eso esta por verse-dice apoderándose de sus labios en un beso profundo y apasionado. Al segundo sus manos ya estaban recorriendo el cuerpo del otro, habían perdido la noción del tiempo cuando escucharon un carraspeo. Se separaron y miraron hacia el frente.

-¿No te enseñaron que visitas a esta hora de la noche son de mala educación?

-Ya sabía yo que aquí te encontraría engañándome con esta. Me parece indignante, Fernando-Dice Jeanny mirando con desprecio a la hermosa parejita.

-Claro que sabías que aquí estaba, aquí vivo.

-Tienes tu casa

-Y tu bien sabes que vivo más aquí que allá, siempre lo has sabido. Aparte no te estoy engañando porque tu sabes perfectamente que nuestro matrimonio es una farsa; con ella debí casarme desde el principio, no te hagas la víctima.

-Vamos a ver si sigues pensando lo mismo. Yo estoy esperando un hijo tuyo, tengo dos meses de embarazo así que te regresas a la casa.

-¿Qué?-pregunta Lucero parándose del sofá.-salte de mi casa, ahora.

-Con gusto, pero me llevo a mi marido

-No te llevas nada. Vete.-dice empujandola hacia a la puerta dejándola fuera de su casa. Al hacer esto apoya su cabeza en el marco de la puerta.

-Lucero...

-Cállate, por favor...

-No le habrás creído, ¿o si?-Lucero levanto su rostro y el vio como sus ojos le dedicaban una mirada llena de dolor mientras por sus mejillas corrían lágrimas. 

-¿Por qué no mejor me matas? Sabes perfectamente bien que es lo peor que cualquiera me puede hacer. Incluso es peor que lo de mi mamá. No sé quien me hace sufrir más.

-Amor, no le creas por favor. Yo no he tenido nada con ella.

-No mientras-le grita Lucero-Si la dejaste embarazada no habrá sido telepáticamente, ¿verdad?

-Lu, yo jamás te engañaría! Ya te dije que no me he acostado con ella desde esa vez?

-¿Y como pasó? ¿Como dejaste embarazada a Jeanny? Explicame-Gritaba Lucero.

-Lu, yo...

-Papi, le vas a dar un hermanito a Oliver?-interrumpe la nena mientras se estrujaba los ojitos. Ambos se voltean a verla y ninguno dice nada. Lucero se va a su habitación y queda Fernando con Steph.

-Chiquita, la mamá de Oliver si le va a dar un hermanito

-¿Y tu vas a ser su papá?

-No

-¿Me lo prometes?

-Si, princesa

-Está bien. Papi...

-Dime

-¿Cuándo me van a regalar a mi hermanito?

-No sé, princesa. Ahorita no.

-¿Por qué?

-Porque tu mami se enojó mucho conmigo y no se como arreglarlo

-¿Y si le dices que la quieres mucho?

-Esta vez no va a funcionar-dice levantándola del suelo y abrazándola-Te amo muchísimo, mi nena.

-Yo sé, papi

-Vamos a la cama. ¿Puedo dormir contigo?

-No, con mi mami

-Mamá esta muy enojada conmigo

-Vas con ella y si te echa duerme conmigo

-Me heredaste lo inteligente

-No

Fernando dejó a la nena en su recamara y se dirigió a la que compartía con Lucero. La habitación era un desastre y a ella la encontro durmiendo a un lado de la cama. Odiaba hacerla sufrir, pero más si era por una mentira. Esta vez si Jeanny estaba embarazada, no era su hijo. ¿Habría pasado lo mismo con Oliver?


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