martes, 26 de marzo de 2013

Capitulo 9

Al terminar la canción acaricio la mejilla de Fer y se dirigió a la casa. Tenía propuesto ir a la cocina a pedir que sirvieran la cena, pero antes de llegar alguien la halo por el brazo bruscamente y la metió al estudio. Augusto, estaba perdida.
-Me puedes decir con qué cara trajiste a tu amante y lo besaste en frente de mi?
-Con la misma cara que TU hiciste lo mismo con Leila, porque obvio sé todo lo que has hecho con ella.

-Soy hombre

-Y que con eso? Por ser hombre tienes derecho a serme infiel? Estas muy equivocado Augusto

-Quien es ese maldito bastardo?

-A ti no te importa y mas bastardo eres tu

-Mira Lucerito, estoy perdiendo la paciencia-dice arrinconándola

-Que haces?

-Dime quien es o me enterare por mis propios medios y lo matare

-Mira intento de hombre-dice mientras toma en sus manos su miembro-Tu le tocas un pelo y te arranco tu tesorito

-No te atreverías

-Pruébame

-Está bien, hagamos un trato… yo no le hago daño pero te tienes que olvidar de el

-No lo voy a hacer

-Lucero, tener dinero me hace mucho más poderoso de lo que crees

-No me importa

-Muy bien… solo aléjate de él mientras estemos en frente de mis socios.

-Todo el mundo ya me vio

-Pero nadie te reconoció

-Como puedes estar tan seguro?-dice dejándolo solo en el estudio y cerrando de un portazo
Al volver al jardín Fernando la recibió con los brazos abiertos, se preocupo al sentirla temblando y al mirarla a la cara noto que había perdido el color.

-Qué pasa?

-Augusto me reconoció y me amenazo con matarte

-A mi me reconoció?

-Creo que no, pero no me quiero arriesgar. Vete por favor

-Pero yo…

-Vete, mi cielo. Más tarde me paso por tu casa, pero me tienes que esperar despierto… quiero que me ames.

-Te lo prometo-dice y le da un beso y se va

Lucero quería llorar, pero en lugar de eso se dirigió a Deya y tomo a la pequeña en sus brazos. Deya la miraba con ojos de picara, ella también la había reconocido pero confiaba en que no abriría la boca.

-Hola mi vida, como estas princesa? Me recuerdas? Soy tu tía-la nena le sonríe-ayy mi vida, que hermosa! 
Te amo, bebe.

-Tengo que hablar contigo-dice Deya

-Puede ser mañana? Sé de qué quieres hablar y aquí no

-Muy bien

-Está todo bien con Alejandro?

-Si! Estamos bien otra vez, gracias a ti.

-Me alegra mucho. Me la prestas? Tu vete a bailar con tu esposo

-Claro, gracias.

-Disfruta la fiesta-le dijo y se sentó con la bebe en brazos ya que ella sabía que ella no lo haría.

-Hola extraña

-Hola hermanita!

-Oye, por que estas aquí?

-Es que Fernando se fue

-Por qué?

-Es que Augusto me amenazo con matarlo cuando descubriera su identidad y no me quería arriesgar

-Es que como te pones a besarlo en frente de él?

-Es que pensé que no me reconocería

-Lucero, creo que todos en esta fiesta te reconocieron. El hecho de que lleves antifaz no te hace invisible

-No me importa, yo lo amo y es el único que ha sabido hacerme feliz.

-Sí, pero a qué precio? Sabes bien que Augusto es un hombre de palabras y va a cumplirte

-Lo mato

-Mejor ahorrate las lagrimas y alejate de Fer, será lo mejor

-Es que no quiero renunciar a ser feliz

-No llores, arruinaras tu maquillaje y estás hermosa

-Es que Caro, yo ya no puedo vivir sin el

-Prefieres que lo maten?

-Supongo que no

-Eso pensé

-Mañana hablare con el. Pero y si le contrato seguridad?

-No, Lucero.

-Está bien.

Las horas pasaban lentamente y ya se le habían acabado las lagrimas a Lucero. Su fiel compañera durante toda la fiesta había sido la pequeña Lorena que ahora dormía en sus brazos. Lentamente los invitados comenzaron a irse hasta que solo quedaron Carolina y Sebastián y, por supuesto, Cristal que se estaba quedando en casa de Caro.

-Prima, tenemos que salir antes de que me regrese a Chicago

-Como lo hacíamos antes? Tienes razón! Mañana las invito a un café

-Y si mejor vemos pelis en mi casa?-dice Caro

-Lo que sea, pero quiero salir de aquí-dice Lucero

-Que te pasa?

-Nada, Cris. Te enteraras después.

-Okay

-Vámonos, chicas.-dice Sebastián desde la puerta que daba al jardín

-Nos vemos mañana hermanita-dice y la abraza y le susurra-Ánimos, estarás bien.

-Bye, Cris-dice Lucero y abraza fuertemente a su prima. No la había visto en 5 años y si la había echado de menos.

Subió a su habitación y se quito el vestido y los zapatos y se dio un baño. Meditaba, pensaba. No tenía ganas de alejarse de Fernando, el se había convertido en su aire. Lloro de impotencia. No podía creer que Augusto la había acorralado de esa manera. En su destino no estaba escrito el “vivieron felices para siempre”. Se quedo dormida de tanto llorar.

Despertó, pero los rayos del sol aun no le avisaban un nuevo dia. Estaba oscuro y sentía unas manos recorrer su cuerpo. Qué diablos estaba pasando? Sería una pesadilla? Al intentar moverse Augusto le soltó un manotazo que la puso a llorar de inmediato.

-No te muevas pequeña zorra, y no llores si no quieres que te vaya peor

-Quítate de encima, bestia-dice mientras Augusto besaba su piel, le producía asco.

-Quédate quieta dije

-Quítate o grito

-Grita todo lo que quieras! Sabes bien que estamos solos

-Por favor no me hagas daño

Augusto le arranco la ropa y sin preámbulos se adentro en ella haciéndola estremecer. La estaba lastimando pero el muy imbécil no se inmutaba. Las lagrimas corrian por sus mejillas y la imagen de Fernando se hizo presente en su memoria. Por su parte Fernando despertó algo agitado y sentía una pequeña opresión en su pecho y sentía que le faltaba el aire. Su bonita no había ido, seguro se sintió agotada y simplemente había dormido. Minutos más tarde suena el celular de Fer y era ella.

-Mi vida, no te preocupes por no haber venido. Seguro te quedaste dormida.

-Pasa por mí y llévame al hospital por favor-dice con la voz entrecortada

-Que te hizo el imbécil ese?

-Me tomo a la fuerza y me duele mucho. Me hizo daño

-Lo voy a matar-dice Fernando parándose de la cama y encaminándose a la puerta-quiero que saques tus cosas porque hoy mismo te saco de esa casa

-No hay tiempo ahora, me siento muy mal. Solo pasa por mi

-Estoy de camino. Te llamo cuando llegue, te amo.

Esos minutos a Lucero le parecieron horas. Finalmente Fernando llego y ella bajo las escaleras lentamente y al salir de la casa él la estaba esperando. La tomo en brazos y ella acomodo su cabeza en su pecho. El beso su cabeza y ella sabía que estando entre sus brazos nada malo le iba a suceder.

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